La antigua ciudad de Iptuci se levanta en el cerro conocido como Cabezo de Hortales, una inmensa plataforma elevada a pocos Kilómetros al sur de Prado del Rey. Situada a 470 metros de altitud posee un amplio dominio visual del entorno, algo que la convirtió en un enclave estratégico como centro de comunicación entre la campiña y la sierra. Fue un excepcional asentamiento durante seis mil años, desde la Prehistoria hasta la Edad Media. Aquí habitaron comunidades sedentarias del Neolítico, tartesios, fenicios, turdetanos, cartagineses, romanos, bereberes, árabes y castellanos.
Es a mediados del siglo XIX cuando los investigadores identifican definitivamente el topónimo de la ciudad antigua de Iptuci con el Cabezo de Hortales que hasta el momento se había relacionado con distintos enclaves geográficos. El historiador Miguel Mancheño y Olivares escribió al Padre Fidel Fita en 1894: "...la cúspide que forma una extensa planicie hállase cubierta de ruinas, entre las que se ven muchos fragmentos de mármoles y jaspes estando cercado de fortísimos muros, hoy derruidos, algunos de ellos de construcción pelárgica pues se trata de enormísimos sillares" y Enrique Romero de Torres la describió en 1934 como "oppidum naturalmente fortificado". El descubrimiento en 1950 de la placa de bronce del Tratado de Hospitalidad significó un mayor impulso para las investigaciones y el conocimiento del yacimiento arqueológico.
El primer asentamiento de Cabezo de Hortales corresponde a comunidades tribales que ocuparon pequeñas aldeas al aire libre junto a los cursos fluviales (el Guadalete y el Majaceite entre otros), la costa atlántica y las cuevas y abrigos de la sierra. Estos primeros habitantes se establecieron en una de las laderas del cerro, construyeron cabañas circulares y desarrollaron una economía de producción ganadera agrícola y una incipiente explotación de la sal. De igual forma no olvidaron otros recursos como la caza y la recolección. Hoy conocemos estas comunidades a través de las vasijas cerámicas hechas a mano y algunas de ellas decoradas en rojo con almagra y útiles (principalmente de sílex) documentados gracias a la investigación arqueológica.
Distintas etapas históricas de Iptuci
La población ocupo la cumbre del Cabezo a finales del segundo milenio antes de nuestra era. Fue el momento del desarrollo de la cultura tartésica. Los contactos posteriores con los fenicios asentados en la costa gaditana significaron la consolidación de la ciudad como núcleo de organización social y económica de este territorio. Se produjo una mejora en la explotación de la sal (Salinas de Hortales) como producto de intercambio, revalorizado por su utilidad para la conservación de alimentos y por el incremento del comercio entre la costa y el interior. Turdetanos y cartagineses mantuvieron estas relaciones económicas y sociales a lo largo de varios siglos, por lo que la ciudad llegó a acuñar monedas con su nombre en caracteres púnicos hasta el siglo I antes de nuestra era, cuando ya Roma controlaba el sur peninsular.
Roma contribuyó al fortalecimiento de la ciudad dentro de un nuevo orden político y administrativo. Formó parte del "conventus gaditanus", primero como ciudad estipendiaría con pago de tributos y luego, en el siglo I, con el emperador Vespasiano, como municipio romano con nuevos derechos. Iptuci, fue una ciudad relevante en el interior de la provincia bética, situada en un lugar destacado en la vía existente desde Corduba a Carteia.
Estableció un Tratado de Hospitalidad con la ciudad de Ucubi (Espejo, Córdoba) en el año 31, un documento jurídico representado en una placa de bronce que comprendía ventajas comerciales para ambas ciudades:
"SIENDO CONSULES PUBLIO MEMMIO REGULO Y LUCIO FULCINIO TRION - EL SENADO Y EL PUEBLO DE LOS DE IPTUCI HICIERON UN PACTO DE AMISTAD CON LOS COLONOS DE LA ILUSTRE COLONIA UCUBI JULIA (actual pueblo de Espejo, Córdoba), HIJOS Y DESCENDIENTES LO HICIERON: CAYO TREBECIO LUCANO, CAYO ACTIO SEVERO Y LUCIO CATINO OPTATO.
Placa de bronce con el documento jurídico encontrada en el asentamiento de Iptuci el 10 de Octubre de 1950. La inscripción podría fecharse entre el 1 de octubre y el 31 de diciembre del año 31 de nuestra era.
Los vestigios arqueológicos romanos son los más numerosos conservados en Cabezo de Hortales. Destaca esta inscripción funeraria de FABIA FABIANA, datada en los siglos I-II, procedente de la necrópolis que se extendía fuera de la muralla de la ciudad. Pertenecía a una importante familia de la ciudad romana de Barbesula (junto a la población de Guadiaro), que aparece mencionada en numerosas inscripciones de la provincia.
"FABIA FABIANA, HIJA DE GAYO,... ORDENÓ EN SU TESTAMENTO QUE FUESE ERIGIDA UNA ESTATUA. SU HERMANO Y HEREDERO, FABIO MONTANO, SE OCUPÓ DE QUE FUESE COLOCADA, UNA VEZ ACEPTADO EL LUGA PÚBLICO SEÑALADO POR EL ESPLENDIDÍSIMO ORDO DE LOS IPTUCITANOS, Y LO DEDICÓ CONFORME A LA COSTUMBRE".
En los siglos VIII y IX los andalusies construyen en la cima del cerro una fortaleza de planta cuadrada, de aproximadamente 1000 m2, con torres, entre las que destaca una de forma semicircular. Este modelo de castillo recuerda a otros construidos en el norte de África de influencia oriental. Ejerció un papel destacado en los conflictos de ocupación militar de los reinos de Al-Andalus y Castilla. En el año 1133, según las Crónicas de Alfonso VII, la ciudad fue asaltada y la fortaleza destruida por las tropas castellanas. La arqueología ha permitido datar el momento de abandono de la ciudad, ya en la primera mitad del siglo XIII. No se conoce con certeza el nombre de la ciudad en esta época, si bien en el siglo XIV, en las Crónicas de Alfonso XI, se menciona como aldea de Ortales, donde continuaba la explotacion de las salinas. Luego vino el abandono y el olvido.
Ortofoto actual en orientación Norte-Sur.
La tinaja almohade encontrada y las puntas de ballesta son algunos de los indicios recuperados de este instante final de la conquista cristiana. La tinaja fue descubierta, muy fragmentada, en la puerta de entrada a la fortaleza. El cuerpo de este tipo de tinajas se modelaba a mano y el cuello y boca a torno. Presenta una esmerada decoración estampillada y una cubierta vítrea verde de muy buena calidad. Muestran motivos geométricos (rombos, triángulos y estrellas), vegetales (palmetas y rosetas), epigráficos (caracteres cúficos y cursivos), arquitectónicos (arco de herraduras y arcos polilobulados) y de carácter apotropaico (mano de Fátima que alude al nombre de Alá), con el fin de proteger el contenido de la vasija de espíritus malignos. El agua que contenía servía para purificar el rostro y otras partes del cuerpo en las abluciones rituales en mezquitas, baños y casas. Bajo la tinaja se depositaba un reposadero que recogía el agua exudada de los poros y la conducía a la pileta de abluciones.
Tinaja almohade de Iptuci (primera mitad del siglo XIII).
Cuando fuimos a visitar el yacimiento encontramos que toda la meseta está invadida por la vegetación.
Tanta vegetación que apenas dejaba ver la muralla defensiva de la fortaleza.
La planta que la invade es "Anagrys Foetida" también conocida como hediondo ó altramuz del diablo. El hediondo es un arbusto ó árbol caducifolio y tóxico que no suele superar la altura de un hombre, aunque a veces puede alcanzar los 4 metros de altura. Es una especie relíctica de la flora subtropical del período terciario. Debe su nombre (hediondo: que despide mal olor) al desagradable olor que desprende al ser frotado ("Anagyrim ne moveas", "no irrites al anagiris").
La corteza y las hojas contienen un alcaloide llamado citisina que produce vómitos, diarreas, dolores tipo cólico y deshidratación por pérdida de líquido. Las semillas también contienen otro alcaloide, la anagirina, muy tóxica y que actúa como depresor respiratorio.
La planta pudo cultivarse para uso militar. Durante la Edad Media esta planta se utilizaba para envenenar las puntas de las flechas y lanzas, similar al curare que emplean los indígenas amazónicos. También su madera era muy buena para armar ballestas. Este uso puede explicar la concentración de esta planta en zonas próximas a castillos y fortificaciones.
La muralla sur acaba en una torre en su extremo SE.
Durante el año 1993 se desarrolló una primera intervención en el yacimiento arqueológico, donde se efectuaron trabajos de prospección superficial, desbroce y tala, así como tareas de limpieza y consolidación del sector Sur-Este de la fortaleza (1).
La torre antes de su resturación.
Vista frontal de la misma torre de la foto anterior semioculta tras los hediondos. Se conoce la existencia de tres torres pero esta es la única consolidada. Es de planta ultrasemicircular y pared algo inclinada, su aparejo exterior está formado por hiladas de piedras de diversos tamaños entre ellas sillares, sillarejos y restos arquitectónicos de época romana.
La misma torre vista desde arriba.
La muralla del sector sur
Vistas de la Sierra de Grazalema desde la torre.
Nos trasladamos al lado opuesto, el sector norte, donde estaba situado el acceso a la fortaleza.
Tareas de limpieza y consolidación de este sector (1.993).
El acceso era por una "entrada en recodo", formando un ángulo de 90º, cuya misión era dificultar el paso y la entrada del enemigo "embotellándolo" mientras los ballesteros/saeteros les hostigaban.
Una quicialera.
Fuera de la fortaleza, unos 50 metros al sur, aun pueden verse los restos de muros de una edificación.
Vértice geodésico Cabeza Hortales (467 m).
Se han descubierto vestigios de la necrópolis de la ladera norte, destacando varios mausoleos turriformes, aunque muy deteriorados. Los trabajos realizados en 1993 localizaron las cámaras hipogeas talladas en la roca de la necrópolis del sureste de la ciudad. Y en la última actuación sobre el yacimiento, efectuada bajo el programa Arqueosierra de la Mancomunidad de Municipios de la Sierra de Cádiz, se ha localizado la necrópolis hispano-musulmana de la ladera sureste, documentándose hasta 47 enterramientos, con el individuo en posición decúbito lateral derecho y orientados al Este, realizados siguiendo el rito islámico, en fosas excavadas en la marga.
Nos trasladamos a la cercana población de Prado del Rey (Cádiz) y vemos el Templo Parroquial Ntra. Sra. del Carmen. En la base de la torre se encuentra empotrado el cipo funerario encontrado en Iptuci.
La Oficina Municipal de Turismo.
En la oficina de turismo se exponen otras piezas halladas en los alrededores de Iptuci. La empleada de la oficina tuvo la amabilidad de abrir la vitrina para poder fotografiarlas mejor.
También podemos ver la réplica de una "lorica segmentata", nombre que recibe la armadura que llevaron los legionarios romanos durante su época de esplendor (siglos I a. C. - III d. C.). Este tipo de armadura confería mucha mayor protección que la cota de malla, permitiendo también libertad de movimientos. Sólo los legionarios, y a veces los pretorianos, llevaban este tipo de armadura.
En Prado del Rey también se encuentra el Centro de Interpretación de la Etnografía de la Sierra de Cádiz.
La misma empleada de la Oficinal Municipal de Turismo tuvo la gentileza de acompañarnos y abrirnos el centro durante unos minutos para poder conocerlo.
En el museo de Cádiz también se encuentran algunos objetos hallados en el yacimiento.
Tinaja de abluciones S. XIII
Aplique decorativo fundido en bronce de 2,30 cm x 2,70 cm. Representa una cabeza de ave muy estilizada, del que prende una máscara antropomorfa masculina de forma ovalada.
Aplique de asa de sítula fundido en bronce de una sola pieza, de 5,80 cm x 5,90 cm. Representa una máscara antropomorfa masculina.
Hoy en día, Iptuci es un bien patrimonial que debemos investigar, proteger, conservar y difundir.
También os interesará conocer: Salinas romanas de Iptuci.
En CHANGE.ORG se están recogiendo firmas para conseguir un horario de visitas a este yacimiento arqueológico:
MAgníficio Manuel. No se puede hacer mejor. Cuando fui a Iptuci por primera vez en 1982, acabe arañado hasta la médula... había tal maraña de vegetación para los accesos que parecía la selva del Yucatán, ja, ja..
ResponderEliminarHola Agustín, pues ahora parece que la selva está comenzando a recuperar de nuevo sus dominios.
EliminarBuenos días, Las Salinas de Iptuci están e el P.N. Alcornocales. Cabezo Hortales también? Es que no sé si todo el término municipal de Prado del Rey está en Alcornocales. Gracias y muy buen reportaje-
ResponderEliminarHola, la 3/4 partes del término municipal de Prado del Rey está fuera de los límites del Parque, pero precisamente la otra 1/4 parte, que queda a la derecha de la carretera en dirección al Bosque, que es donde se encuentran el cerro y las salinas, si está dentro del Parque Natural de los Alcornocales. Un saludo.
EliminarEl municipio de Prado del Rey, tiene parte de su término municipal tanto en el Parque Natural de la Sierra de Grazalema como en el de Los Alcornocales. El Yacimiento Arqueológico de Iptuci Hortalessadinna es precisamente de los Alcornocales, la mayoría termino de Prado del Rey, y Arcos de la Frontera. Las piezas arqueológicas que mostráis, precisamente son de mi propiedad, las monte en las Oficinas de Turismo y en el apenas utilizado, Museo Etnográfico de la Sierra de Cádiz, que para colmo de males no sé a quién se le ha ocurrido la brillantez de depositarlas en una vitrina sobre un lecho de Sal de las Salinas, que lo único que hacen es destruirlas por salinización, estoy a la espera de su devolución. El Hospitium, apareció en una jornada de caza, en la ladera norte en una torrentera en la década de los 50, mi Padre era uno de los cazadores de cuando apareció. Estamos a la espera de que de una vez se reconozca la importancia que tiene el olvidado y grandioso Yacimiento, a la espera de una ansiada intervención, estudios , preservación y puesta en valor, que darán grandes sorpresas y descubrimientos, a la Historia de la comarca de la Sierra de Cádiz y el municipio de Prado del Rey, al que pertenece. Saludos.
ResponderEliminarJusto Rodríguez Chacón
Muchas gracias Justo por el comentario. Es bueno saber esa información que aportas.
EliminarUn saludo.
Manuel
A Paco Flor: la dirección de email que me envías no existe o está mal escrita.
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