El 22 de diciembre fuimos privilegiados espectadores de una maravilla que crearon nuestros antepasados, que viene repitiéndose desde hace miles de años cada solsticio de invierno.
La cueva del Cancho está situada en el término de Tarifa y fue descubierta y publicada por Lothar Bergmann. En realidad no llega ser una cueva ni un abrigo. Solo es una pequeña cavidad con dos grupos de pinturas, de un alto interés e importancia en cuanto a su significado y comprensión del arte rupestre del Campo de Gibraltar. El entorno está protegido por árboles que hacen que no sea visible, lo cual ha permitido que permanezca hasta estos días sin ningún acto de vandalismo. Sobra decir que para su protección no aportaré ningún dato sobre su localización.
En el solsticio de invierno la sombra de la roca pasa por encima de la linea vertical adaptándose a su curvatura, permitiendo determinar la hora del día y época del año. Al coincidir con el solsticio de invierno se deduce que la pintura fue realizada en la estación invernal, época en que la altura del sol es la mas baja.
Durante el solsticio de invierno o solsticio hiemal (21-22 de diciembre), el sol alcanza su cénit en el punto mas bajo y supone el día mas corto y la noche mas larga. A partir de ese momento, en el hemisferio norte, los días comienzan a alargarse.
Durante el periodo neolítico el solsticio pudo haber sido un momento especial del ciclo anual. Las interpretaciones que las diversas culturas dan al solsticio son variadas pero todas coinciden en que el evento es visto como la inversión del retroceso de la presencia solar en el cielo, ya que los días (tiempo de luz solar) comenzaban a alargarse. Representaba el nacimiento o regreso del sol y, por ello, el comienzo de un periodo de renovación y renacimiento que, trae consigo rituales y otras celebraciones. La naturaleza comenzaba a despertar lentamente y los humanos veían renovadas sus esperanzas de superviviencia, gracias a la fertilidad de la tierra.
Desde la antiguedad ha habido hombres sabios, que además de observar los movimientos del sol, fueron anotando las variaciones que ocurrían a lo largo del año para predecir las estaciones. La regularidad con que se mueven los astros, permitía a los pueblos antiguos saber con precisión el ciclo de las estaciones, de cuyo conocimiento dependía la supervivencia de cualquier grupo humano, como la llegada del invierno y el momento de acumulación de víveres. Para la caza era trascendental predecir la época de las migraciones estacionales de los animales que le servían de alimento. Mas tarde, cuando aparecieron las primeras comunidades agrícolas, la época adecuada para sembrar y recoger las cosechas.
Ya en el neolítico y en la Edad del Bronce tenían conciencia de este hecho y lo reconocían con sus construcciones en sitios arqueológicos. El monumento neolítico de Newgrange, que tiene unos 5.000 años de antigüedad, cada año, en la mañana del 21 de diciembre, solsticio de invierno, la luz del sol penetra en el pasadizo e ilumina el suelo de la cámara durante 17 minutos. El monumento de Stonehenge, de la Edad del Bronce, el día 21 de diciembre, cuando sale el Sol, su luz atraviesa el eje principal del monumento. En el mismo día, el Sol se oculta atravesando nuevamente el eje principal.
Algo mas arriba se encuentra un signo solar y otras pinturas. El hombre primitivo no pintaba por amor al arte, las pinturas estában relacionados con testimonios o hechos concretos y como prueba de su espiritualidad. En este caso podría ser un rito estacional de culto al sol.
En el lado derecho de la cavidad hay un grupo de signos muy semejantes a letras de la escritura ibérica y tartesa. Con el tiempo el hombre prehistórico fue modificando el estilo de sus representaciones pictóricas, desde el estilo semi-naturalista del Neolítico hasta el esquemático del Bronce final y signos convencionales en la Edad del Hierro, pasos previos a la fijación de una escritura propia.
La cueva del Cancho está situada en el término de Tarifa y fue descubierta y publicada por Lothar Bergmann. En realidad no llega ser una cueva ni un abrigo. Solo es una pequeña cavidad con dos grupos de pinturas, de un alto interés e importancia en cuanto a su significado y comprensión del arte rupestre del Campo de Gibraltar. El entorno está protegido por árboles que hacen que no sea visible, lo cual ha permitido que permanezca hasta estos días sin ningún acto de vandalismo. Sobra decir que para su protección no aportaré ningún dato sobre su localización.
La pintura, situada a la izquierda de la oquedad, es un signo que representa a un reloj/calendario solar.
En el solsticio de invierno la sombra de la roca pasa por encima de la linea vertical adaptándose a su curvatura, permitiendo determinar la hora del día y época del año. Al coincidir con el solsticio de invierno se deduce que la pintura fue realizada en la estación invernal, época en que la altura del sol es la mas baja.
Durante el solsticio de invierno o solsticio hiemal (21-22 de diciembre), el sol alcanza su cénit en el punto mas bajo y supone el día mas corto y la noche mas larga. A partir de ese momento, en el hemisferio norte, los días comienzan a alargarse.
Durante el periodo neolítico el solsticio pudo haber sido un momento especial del ciclo anual. Las interpretaciones que las diversas culturas dan al solsticio son variadas pero todas coinciden en que el evento es visto como la inversión del retroceso de la presencia solar en el cielo, ya que los días (tiempo de luz solar) comenzaban a alargarse. Representaba el nacimiento o regreso del sol y, por ello, el comienzo de un periodo de renovación y renacimiento que, trae consigo rituales y otras celebraciones. La naturaleza comenzaba a despertar lentamente y los humanos veían renovadas sus esperanzas de superviviencia, gracias a la fertilidad de la tierra.
Desde la antiguedad ha habido hombres sabios, que además de observar los movimientos del sol, fueron anotando las variaciones que ocurrían a lo largo del año para predecir las estaciones. La regularidad con que se mueven los astros, permitía a los pueblos antiguos saber con precisión el ciclo de las estaciones, de cuyo conocimiento dependía la supervivencia de cualquier grupo humano, como la llegada del invierno y el momento de acumulación de víveres. Para la caza era trascendental predecir la época de las migraciones estacionales de los animales que le servían de alimento. Mas tarde, cuando aparecieron las primeras comunidades agrícolas, la época adecuada para sembrar y recoger las cosechas.
Ya en el neolítico y en la Edad del Bronce tenían conciencia de este hecho y lo reconocían con sus construcciones en sitios arqueológicos. El monumento neolítico de Newgrange, que tiene unos 5.000 años de antigüedad, cada año, en la mañana del 21 de diciembre, solsticio de invierno, la luz del sol penetra en el pasadizo e ilumina el suelo de la cámara durante 17 minutos. El monumento de Stonehenge, de la Edad del Bronce, el día 21 de diciembre, cuando sale el Sol, su luz atraviesa el eje principal del monumento. En el mismo día, el Sol se oculta atravesando nuevamente el eje principal.
Algo mas arriba se encuentra un signo solar y otras pinturas. El hombre primitivo no pintaba por amor al arte, las pinturas estában relacionados con testimonios o hechos concretos y como prueba de su espiritualidad. En este caso podría ser un rito estacional de culto al sol.
Sol
A la izquierda del sol hay un signo pectiniforme situado en el borde externo de la cavidad.
Coincide con el lugar y la dirección hacia la que avanza la luz solar hasta entrar en contacto con el reloj/calendario.
En el lado derecho de la cavidad hay un grupo de signos muy semejantes a letras de la escritura ibérica y tartesa. Con el tiempo el hombre prehistórico fue modificando el estilo de sus representaciones pictóricas, desde el estilo semi-naturalista del Neolítico hasta el esquemático del Bronce final y signos convencionales en la Edad del Hierro, pasos previos a la fijación de una escritura propia.
Alfabeto Ibérico Alfabeto Tartésico | |
Video
Secuencias del avance del sol (de izquierda a derecha): | |
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