El Palomar de La Breña está situado en el Cortijo de la Porquera, en el término de Barbate. Actualmente el cortijo es un hotel rural y el acceso al palomar es libre y gratuito, pero es necesario indicar al encargado que queremos visitarlo.
La hacienda, concebida como centro de aprovisionamiento para los barcos que partían hacia América, comprendía, además del Palomar (carne de paloma, palomas mensajeras y guano para la fabricación de pólvora), colmenas (cera y miel) y porquerizas: como La Porquera fue conocida también en su momento. Un centro de producción sujeto a criterios científicos (pionero en este aspecto), con la ventaja añadida de que no era visible desde el mar, lo que lo ponía a salvo de incursiones piratas, ya fuesen berberiscos o europeos. Por el contrario, su comunicación con la ciudad de Vejer y con la costa estaba asegurada por excelentes caminos, asimismo ocultos a quien mirase desde el agua.
En recepción nos atendió un señor muy amable y muy versado en la historia de la zona con el que estuvimos conversando un buen rato. Luego, entramos en el palomar para visitarlo.
El Palomar de la Breña es, como su nombre indica, un palomar del siglo XVIII que se situa en el corazón del Parque Natural de La Breña y Marismas del Barbate, en el cortijo de La Porquera.
Tiene 7.700 nidos y casi 400 m² de superficie. Se trata de uno de los tres palomares más grandes de Europa (registrado en el Libro Ginness de los Récords), aunque el tamaño va siempre en relación con el de la finca. De media, se cuenta media hectárea por nido, lo que permite calcular el territorio necesario para la alimentación de las palomas de este gran palomar: alrededor de 2.500 hectáreas. Por otra parte, el tamaño de los nidos (hornillas) triene que ser suficientemente espacioso para que el macho y la hembra puedan resguardarse juntos, estableciéndose el mínimo en 25 centímetros. Se estimaba una población de aproximadamente 5.000 parejas, que representan 10.000 palomas adultas. Cada pareja puede tener de uno a dos pichones cada tres semanas. Cada mes el palomar de la Breña podía tener unas 15.000 palomas (10.000 adultas y 5.000 crias).
Las razones que llevan a una paloma torcaz a retornar al nido son todavía hoy un misterio. Lo que sí está claro es lo bien que el hombre ha aprovechado esta circunstancia a la hora de convertir estas aves en mensajeras.
Además de servir como aprovisionamiento de carne de paloma y palomas mensajeras para los barcos que partían hacia América, también se aprovechaban las deyecciones de las palomas, llamadas "palominas". Esta, al ser rica en nitrógeno y en ácido fosfórico, servía como abono de cultivos exigentes como el cáñamo y el tabaco. Por otro parte, este estiércol se batía con el mayal para hacerlo polvo, con el fin de arrojarlo sobre el campo en tiempos de lluvia, donde se diluía y evitaba que los cultivos se quemaran. Otro uso del excremento de paloma consistía en la producción de salitre para hacer pólvora de fusil.
Antes de la aparición de los abonos químicos, la importancia de la palomina era tal en algunas regiones que su valor se estipulaba en los contratos de arrendamiento, pudiendo hasta figurar también en los de matrimonio como parte de la dote. Una paloma produce de dos a tres kilos al año, por lo que el palomar de La Breña tenía que producir entre 10 y 15 toneladas de palomina al año.
En cuanto a la tipología arquitectónica del palomar, esta se basa en lo funcional, y todo detalle va encaminado al fin de criar las palomas en las mejores condiciones. La del palomar de La Breña la forma una estructura sin tejado y en calles paralelas. Sus muros son gruesos y altos (11 metros), y presentan nidos por ambas caras, lo que multiplica por dos la cantidad de nidos por metro cuadrado de muro construido. La presencia del patio permite a las palomas posarse sobre los dos grandes paños de tejado, de suave pendiente, mientras que los baños en el canal central hacen su función quedando perfectamente protegidos del viento y de los predadores.
Una panorámica
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