El yacimiento de la Necrópolis del Paraje de Monte Bajo está situado en el término municipal de Alcalá de los Gazules (Cádiz), en la orilla del Pantano de Barbate, aprovechando el afloramiento rocoso de areniscas del Aljibe que constituyen su subsuelo. Fue descubierta por D. Gil Birués de Segovia y su esposa Dña. Manuela Lago, vecinos de la cercana población de Benalup-Casas Viejas, que lo comunicaron a la Delegación de Cultura.
En total la necrópolis presenta 4 estructuras funerarias con características constructivas diferentes, con una utilización dilatada en el tiempo donde las tumbas fueron ocupándose de manera sucesiva desde el tránsito del IV al IIIer milenio a. C., en el transcurso del III y hasta comienzos del II milenio a. C.
Muy cerca de este lugar, antes de la construcción del pantano, se producía la confluencia de tres ríos: Barbate, Alberite y Rocinejo, por lo que la zona ha tenido siempre una abundante riqueza hidrológica, que permitiría a los habitantes de este territorio contar con agua para el consumo y poder utilizarla para los regadíos. Además, la zona contaba con buenas tierras para la agricultura y abundantes pastos para la ganadería, además de bosques donde obtener caza, recolectar vegetales y recoger madera.
Por la Cañada Real de Mercegal llegamos a la Necrópolis de Monte Bajo, donde encontramos lo que fue un mirador del yacimiento y que ahora se encuentra en un estado lamentable.
La necrópolis está situada en la orilla del Pantano de Barbate, aprovechando el afloramiento rocoso de areniscas del Aljibe que constituyen su subsuelo.
Los constructores de esta necrópolis habían penetrado en el subsuelo hasta llegar al sustrato rocoso de areniscas del Aljibe y, una vez alcanzado éste, excavaron en él las estructuras, que fueron luego cubiertas probablemente por un túmulo de tierra.
Debido a la puesta en funcionamiento del embalse de Barbate a partir del año de 1992, las tumbas quedaron cubiertas por las aguas, iniciándose así un proceso erosivo que provocó la pérdida de la cubierta tumular que las cubría.
Oleaje provocado por el viento de levante en el embalse (foto extraida de la revista Almoraima).
La sequía del año 2004 había provocado un progresivo descenso de las aguas del pantano, lo que motivó que a finales del verano de ese mismo año una de las sepulturas quedara totalmente al descubierto. En una primera excavación por el equipo de arqueólogos se confirmó la existencia de una estructura funeraria correspondiente a época campaniforme (años 3200 A.C. al 2500 A.C.).
Al ir progresando la sequía, al año siguiente quedaron al descubierto tres nuevas estructuras funerarias. Todas las sepulturas son de tipo colectivo, en la que se introdujeron los huesos de los difuntos, previamente desarticulados, tras producirse la pérdida de partes blandas. El estudio de los ajuares indican un uso prolongado y consecutivo de la necrópolis desde finales del IV milenio hasta el primer tercio del II milenio a.C.
Actualmente gran parte de la necrópolis se encuentra colmatada de tierra.
Aquí podéis ver la diferencia entre el año 2007 de la foto superior y el año 2017 de la foto inferior.
En la siguiente comparativa la foto superior pertenece a la realizada durante la excavación en al año 2004/2005 y publicada en la revista Almoraima. La foto inferior la hice a principios del verano de 2017.
Esta corresponde a la estructura funeraria E-4, un sepulcro de corredor que alcanza los 9,40 metros de longitud. Presenta dos cámaras y en ella se depositaron restos óseos de 8 individuos. Parece que tuvo dos momentos de ocupación, uno de ellos cubría un espacio cronológico entre 2900 y 2670 a.C. El otro se sitúa dentro del periodo Campaniforme, aproximadamente entre el 2400 y el 1800 a.C.
La estructura funeraria E-4 en el año 2007, antes de colmatarse de tierra.
Aquí vemos la estructura E-1, que fue la primera en localizarse y excavarse. Su utilización fue en época mas moderna que el resto de las sepulturas. Se compone de tres pequeñas hornacinas semicirculares en las que llegaron a estar apilados los restos óseos de una treintena de individuos.
Foto de la estructura E-3 realizada en el año 2007 por Picobarro. Actualmente se encuentra colmatada de tierra. Es la de menor tamaño, tiene una cámara principal y otra secundaria. En su interior se localizaron restos humanos de tres individuos adultos.
La estructura E-2 perdió la totalidad de su cubierta. Tiene una longitud de 7,70 m. y una cámara de plata oval. Parece que pudo albergar los restos óseos de unos 60 individuos y dos perros. Actualmente también se encuentra colmatada de tierra.
Marcas y cazoletas que vimos.
En el museo de Cádiz se encuentran expuestos algunos de los objetos que integraban los ajuares de esta necrópolis. Destacan las cerámicas con decoración campaniforme, las armaduras de flecha de sílex y las puntas de jabalina metálicas (tipo palmela), las hachas y azuelas de piedra pulimentada, las cuentas de collar, y las numerosas hojas-cuchillos de sílex, entre la que sobresale un ejemplar que alcanza casi los 35 cm de longitud.
La presencia de muchos de estos objetos o de las materias primas con las que se fabricaron (variscita, ámbar, cristal de roca, cinabrio, o los colores arsenicales), es debida a intercambios de productos con grupos muy diversos situados a gran distancia. Los objetos elaborados con ellas se convierten así en elementos de prestigio para sus poseedores y, por lo tanto, señalan el alto rango social de los enterrados en esta necrópolis.
A la derecha la gran hoja-cuchillo de 34,8 cm de longitud que apareció clavado en el suelo de la estrcutura funeraria E-3.
Collar y cuentas de collar de piedra de variscita hallados en la estructura E-2.
Láminas de cristal de roca.
Cilindros de hueso decorados
También se encontraron, formando parte del ajuar, hachas, azuelas, picos y cinceles de piedra pulimentados.
Vasija globular elaborada a mano y encontrada en la estructura E-3
Vaso campaniforme
Vasija campaniforme con decoración "a peine" hallada en la estructura E-4.
Cuenco campaniforme
Cuenco con otro pequeño en su interior.
Formando parte del ritual funerario, los restos óseos se acompañaron de trozos de pigmentos de color rojo u ocre que fueron espolvoreados sobre los enterramientos y compuestos mayoritariamente de sulfuro de mercurio (cinabrio), y en menor medida de óxido de hierro o hematites.
Fuente consultada:
Revista Almoraima 39, 2009: PARAJE DE MONTE BAJO (ALCALÁ DE LOS GAZULES). UNA NUEVA NECRÓPOLIS DE CUEVAS ARTIFICIALES EN EL SUR DE LA PROVINCIA DE CÁDIZ. Autores: María Lazarich, Juan Valetín Fernández de la Gala Vincent Jenkins Purificación Peralta, Esther Briceño, Antonio Ramos, Mª José Richarte, Ana María Carreras, Manolo Núñez, Mercedes Versaci, Suzahnna Stratton, Milagrosa Sánchez, José Manuel Grillé, todos del Grupo PAI HUM-812 de la Universidad de Cádiz.